SEO/BirdLife ha denunciado incumplimientos masivos de las buenas condiciones agrarias y ambientales
en las quemas incontroladas de rastrojos en Extremadura (
publicado el 14/11/2017 por SEO/BirdLife).
Las buenas condiciones agrarias y ambientales son obligatorias para todos los agricultores y ganaderos que reciben los fondos de la Política Agraria Comunitaria (PAC). Entre sus requisitos se encuentra la
prohibición de quemar los rastrojos o restos de los cultivos ya cosechados, debido a varios factores, fundamentalmente que estas
quemas empobrecen la calidad de los suelos al perder materia orgánica y nutrientes. Para compensarlo los
agricultores deben añadir mayor cantidad de fertilizantes químicos.
La única excepción para las quemas agrarias es que se demuestre y declare por la Administración una plaga que necesite el tratamiento con fuego para su erradicación.
En 2016, APAG-ASAJA consiguió que la Junta de Extremadura
declarara la Campiña Sur como afectada por plagas sanitarias, de manera que
se autorizaron quemas reguladas en aquella zona. El resultado fueron quemas descontroladas por toda Extremadura (como cada año). El sector agrario se justificó sin más en el carácter tradicional del uso del fuego, sin aportar razones técnicas o científicas.
En 2017 han vuelto las quemas agrarias de modo exagerado, favorecidas por la sequía y la escasa humedad del suelo, y ante la aparente
pasividad total de la Junta de Extremadura. Y todo ello en el marco de una
campaña de propaganda política vacía de contenidos llamada ‘Estrategia de Economía Verde y Circular’ inventada por el presidente Guillermo Fernández Vara y su gobierno.
En Don Benito, Villanueva de la Serena o Medellín se estima que
la mitad de la superficie de rastrojos de arroz o maíz han sido quemados, con días de alta contaminación del aire con humo (gases tóxicos por encima de los niveles permitidos), con los consiguientes
problemas medio ambientales y de salud. Esta vez el humo ha llegado a casi a toda Extremadura, incluso a las ciudades de Mérida y Badajoz, aumentando además las emisiones de
gases de efecto invernadero.
No hay que olvidar el
abuso de productos químicos en la agricultura extremeña, especialmente de fertilizantes. La quema de rastrojos agrava el uso de productos químicos, pues los
suelos están cada vez más empobrecidos por los cultivos intensivos y los fuegos y acaban necesitando un
aporte constante de fertilizantes, que acaban filtrándose hasta ríos y acuíferos subterráneos. En el
río Guadiana favorecen el crecimiento masivo de plantas invasoras, como el camalote y el jacinto mejicano, cuya erradicación nos cuesta millones de euros. Las quemas masivas de rastrojos tienen además
efectos negativos sobre las aves y otra fauna, por ejemplo las grullas,
al privarlas de alimento. Un rastrojo es un medio rico en comida, pero un campo quemado no es más que una superficie carbonizada sin vida.